domingo, 15 de mayo de 2011

FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES. SIPNOSIS INDIVIDUAL

En atención a el análisis de los fundamentos teóricos de investigación en ciencias sociales y, tomando como referencia bibliográfica  “Abrir las Ciencias Sociales” de Immanuel Wallerstein. Considero que la ciencia social es una empresa del mundo moderno, cuyas raíces se encuentran en el siglo XVI y, es parte inseparable de la construcción del mundo moderno para desarrollar un conocimiento secular, sistemático, sobre la realidad que tenga algún tipo de validación empírica. Por supuesto, esto es Scientía, que significa conocimiento. La visión clásica  de la ciencia fue constituida por dos premisas: el modelo newtoniano, en el que hay una simetría entre el pasado y el futuro y coexiste en un presente eterno; y, el modelo o dualismo cartesiano, en el que hay la suposición de que existe distinción entre la naturaleza y lo humano, entre la materia y la mente, entre el mundo físico y el mundo social/espiritual.

  Para comienzos del siglo XIX la división del conocimiento en dos campos  había perdido sentimiento en cuanto que los dos eran esferas “separadas pero iguales” y el término ciencia paso a ser identificado principalmente como ciencia natural. Fue entonces, la necesidad del estado moderno de un conocimiento más exacto sobre el cual basar sus decisiones lo que condujo al surgimiento de nuevas categorías de conocimiento,  desde el siglo XVIII, las cuales tenían definiciones y fronteras inciertas. Así la universidad revive como principal sede institucional para la creación de conocimientos (XVIII y Comienzos del XIX),  transforma la facultad de teología, medicina, filosofía, derecho, construyendo sus propias estructuras disciplinarias autónomas. La historia intelectual del siglo XIX esta marcada por esta disciplinarización y profesionalización del conocimiento diseñadas para producir nuevos conocimientos.

 La creación de estas disciplinas se basaba en la creencia de que la investigación sistemática requería una concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad la cual había sido racionalmente dividida en grupos de conocimientos. Fue el ascenso de las academias reales de los siglos XVII y XVIII y la creación de las grandes écoles por Napoleón,  que reflejaron la disposición de los gobernantes para promover las ciencias sociales y desde entonces, las universidades pasaron a ser las sedes principal de la continua tensión entre las artes o humanidades y las ciencias y que ahora se definieron como modos de conocimientos diferentes y para algunos antagónicos.

  En países como Gran Bretaña y Francia el trastorno cultural provocado por la revolución Francesa impuso cierta clasificación de debates. La presión por la transformación política y social había adquirido legitimidad en cuanto al orden natural de la vida social. En cambio, muchos con esperanza de limitarlo sostenían que la solución consistía en organizar y racionalizar el cambio social, que parecía inevitable en un mundo en que la soberanía del “Pueblo” iba convirtiéndose en norma. Pero, para ello, era necesario comprender las reglas que lo gobernaban. No solo había espacio para la ciencia social sino que había una profunda necesidad social de ella, por supuesto, parecía coherente ya que si se intentaba organizar un nuevo orden social sobre una base estable, cuanto más exacto fuera la ciencia tanto mejor sería lo demás. Otros se volvieron hacia la elaboración de relatos históricos nacionales a fin de dar soporte a nuevas soberanías y relatos de pueblos. La historia, se convertiría en la historia del pasado, explicando el presente y ofreciendo las bases para una elección sabia del futuro.

  En el curso del siglo XIX las diversas disciplinas se abrieron como un abanico para cubrir toda una gama de posiciones epistemológicas; todo esto ocurría en un contexto en el que la ciencia newtoniana había triunfado sobre la filosofía especulativa, encarnando el prestigio social en el  mundo del conocimiento.  Por lógica, esta división entre la ciencia y la filosofía era como el divorcio con Auguste Comte, aunque en la realidad era el repudio a la metafísica Aristotélica y no del interés filosófico en si. Se proclamó que la ciencia era el descubrimiento de la realidad objetiva, utilizando un método que nos permite salir fuera de la mente; en esa nueva estructura de conocimiento fuera de la mente los filósofos pasarían a ser “Especialistas en Generalidades” es decir, aplicarían la lógica de la mecánica celeste al mundo social. Entonces, nuestras investigaciones en todas las ramas del conocimiento, para ser positivas deben limitarse al estudio de hechos reales sin tratar de conocer sus causas primeras ni propósitos últimos. Así, la primera de las disciplinas de la ciencia social que alcanzo existencia institucional – autónoma – real fue la historia y, fue el rechazo de la filosofía especulativa quién la acerca a la ciencia como modo de conocimiento “moderno”. Asimismo  la sociología se desarrolla en la segunda mitad del siglo XIX gracias a la institucionalización y transformación de las sociedades, de la obra de asociaciones de reforma social, pero conservando su preocupación por la gente común y la consecuencias de la modernidad; por lo que fue el tono “humanístico” de los estudios clásicos quién prepara el camino para las variedades de estudios orientados que aparecieron en los planes de estudios de las universidades.

   En tal sentido, es conveniente resaltar que las clasificaciones de las ciencias sociales no están claras sino que cumplen una función, la función de disciplinar las mentes y canalizar la energía de los estudiosos, y ha sido la trayectoria histórica de la institucionalización de las ciencias sociales lo que condujo a grandes exclusiones de la realidad, y su clasificación se construyó en base dos antinomia entre pasado y presente y, entre disciplina idiográficas  y nomotéticas, enfrentando la multiplicación de los programas interdisciplinarios  docentes y de investigación, en continuo florecimiento pero, que requiere personal y dinero. Ahora bien, la realidad del mundo del conocimiento  en la década de 1990 es la limitación de recursos impuesta por las crisis fiscales en todos los países. Asimismo, los científicos sociales intentan expandir el número y la variedad de estructuras pedagógicas y de investigación a fin de economizar y consolidar. Después de todo ser histórico no es propiedad exclusiva de la persona llamadas historiadores, es una obligación de todos los científicos sociales. Ser sociólogo, igualmente es una obligación de todos los científicos sociales. Los problemas económicos no son exclusividad de los economistas son más bien, centrales para cualquier análisis científico – social. Tampoco es absolutamente seguro que los historiadores profesionales sepan más sobre explicaciones históricas, ni los sociólogos más sobre los problemas sociales, ni los economistas sepan más sobre fluctuaciones económicas que otros científicos sociales activos. Por lo que no creo que existan monopolios de sabiduría ni zonas reservadas para determinado titulo universitario sino más bien, agrupamientos particulares de científicos sociales entorno a áreas temáticas específicas, al nivel de análisis, de concentración, como formas ideales de organizar “micro/macro” la división del trabajo en las ciencias sociales de hoy, en busca de unir la experiencia de las ciencias sociales y de las naturales hacia espacios más abiertos donde están surgiendo innovaciones intelectuales e institucionales y que aunado a las cuatro clases de procesos estructurales que los administradores de estructuras de conocimientos de ciencia social (administradores de universidades, consejos de investigación en ciencias sociales, ministerio de educación y/o investigación, fundaciones educativas, UNESCO, organizaciones internacionales de ciencias sociales etc.), podrían alentar como vías útiles hacia la clasificación intelectual y la eventual restructuración más completa de las ciencias sociales.        

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